Memorias de Ingrid González, ¿o biografía?

No sabía que Ingrid González (La Habana, 1942), actriz cubana que alcanzó gran renombre en los años 60 por sus trabajos escénicos aunque parece que su fama viene por ser la viuda de Reinaldo Arenas), había escrito sus memorias. En realidad no lo hizo, sino que se las dictó a Carlos Velazco, alguien que se ha hecho un lugar cultural al hilvanar una parte de la memoria cultural cubana de las últimas cuatro, cinco décadas.

Desnudo de una actriz. Ingrid González, la viuda cubana de Reynaldo Arenas es el título, y fue editado en Madrid por Hypermedia en 2016. Dice Velazco que todo comenzó cuando Ingrid lo llamó por teléfono y le preguntó si él estaba dispuesto a ser su biógrafo.

Tres fragmentos del libro se pueden leer aquí (hasta hoy), en Hypermedia, y también ahí la entrevista «Otra pelea cubana contra los demonios», que Ladislao Aguado le hiciera a Velazco y en la que este último relata el proceso de escritura, y otros detalles interesantes del contexto de creación. A mí me interesa la cuestión de la autorialidad. ¿Es Ingrid? ¿Es Velazco?  Para el caso cubano, es algo recurrente en estos tipos de escrituras. Recuerden la Biografía de un cimarrón (es biografía o autobiografía) en los 60 o Reyita en los 90. (De hecho, resulta interesante notar cómo la autora de Reyita cambió de parecer autorial cuando hizo lo mismo con Georgina Herrera, porque en las memorias de esta última comparten autoría, es decir, autoridad).

En el archivo de Connie he podido leer lo que parece que es la introducción del libro, escrita por Elizabeth Mirabal,* estrecha colaboradora de Carlos Velasco (creo que es su pareja). Han trabajado juntos en otros libros. Estamos en 2016 y Mirabal sigue repitiendo el tópico ―ver mi entrada de 2012 «Preguntas de memoria»― por excelencia de las escrituras de vida para el caso cubano:  «… estas son unas memorias –ese género tan poco cultivado y deslucido en nuestra historia literaria –» (cursivas mías).

Pero es lógico, no existe nada que nos indique cuánto en la historia literaria cubana han sido cultivadas, y lucidas, las memorias ―y la autobiografía, dicho sea de paso―. Yo he mirado, y ese género ha sido bastante cultivado. Pero algo impide verlo.

 

* He podido consultar el libro y no se trata de una introducción. Es solo algo escrito para el blog «Cuba: el archivo de Connie», de Anna Veltfort, quien la invitó a «introducir esta historia de la célebre actriz y musa de personalidades de la cultura cubana con las palabras que siguen». Y creo que, aunque Mirabal afirma que «quien vaya al volumen buscando la chismografía de alcoba, saldrá decepcionado», me temo que puede ocurrir todo lo contrario. Es verdad que carece de los detalles y la cantidad que esperan encontrar siempre los lectores de (auto)biografías, memorias y otras narrativas del yo, pero no cabe duda de que tiene chismosgrafía, anécdotas picantes que intrigan con un buen trozo de personalidades ilustres cubanos. No por gusto el libro fue publicado fuera de Cuba. (Nota del 26 de julio de 2019).

 

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